Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Lectio Divina - Preparando la Eucaristía Dominical
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I. PREPARÉMONOS PARA EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR:

Oración Inicial:

Iniciemos esta lectura orante con el Señor, rezando el Salmo 92.

Antífona

R/. El Señor es admirable en el cielo. Aleluya.

El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder: así está firme el orbe y no vacila.

Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno.

Levantan los ríos, Señor, levantan los ríos su voz, levantan los ríos su fragor; pero más que la voz de aguas caudalosas, más potente que el oleaje del mar, más potente en el cielo es el Señor.

Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

Invocación al Espíritu Santo

Oh Espíritu Santo,

Amor del Padre, y del Hijo,

inspírame siempre

lo que debo pensar,

lo que debo decir,

cómo debo decirlo,

lo que debo callar,

cómo debo actuar,

lo que debo hacer,

para gloria de Dios,

bien de las almas

y mi propia santificación.

Espíritu Santo,

dame agudeza para entender,

capacidad para retener,

método y facultad para aprender,

sutileza para interpretar,

gracia y eficacia para hablar.

Dame acierto al empezar,

dirección al progresar

y perfección al acabar.

Amén.

II. OREMOS CON LA PALABRA DE DIOS:

LECTURA (Lectio): ¿Qué dice la Palabra? El relato del evangelio nos muestra como Jesús envía a los Doce en misión.

Texto bíblicoMc 6, 7-13

MEDITACIÓN (Meditatio): ¿Qué me dice la Palabra? ¿Nos consideramos como personas que tienen una responsabilidad como  misioneros? ¿Con qué convicción realizamos la misión que nos  encomienda el Señor? ¿Confiamos en Jesús para dar respuesta a este llamado?

ORACIÓN (Oratio): ¿Qué le digo a Dios con esta Palabra? Pidamos al Señor que nos ayude a discernir nuestra responsabilidad como misioneros y la fuerza necesaria para llevarla a cabo.

CONTEMPLACIÓN (Contemplatio): Gusta a Dios internamente en tu corazón. Revivamos las escenas del envío que relata el evangelio, hagámonos parte de la invitación de Jesús.  

III. PROFUNDICEMOS CON LOS PADRES DE LA IGLESIA

Comienza el tratado de San Ambrosio, obispo, sobre los misterios

CATEQUESIS SOBRE LOS RITOS QUE PRECEDEN AL BAUTISMO.

Al salir de la piscina bautismal fuiste al sacerdote. Considera lo que vino a continuación. Es lo que dice el salmista: Es ungüento precioso en la cabeza, que va bajando por la barba, que baja por la barba de Aarón. Es el ungüento del que dice el Cantar de los cantares: Es tu nombre un ungüento cuyo perfume se difunde; por eso te aman las doncellas. ¡Cuántas son hoy las almas renovadas que, llenas de amor a ti, Señor Jesús, te dicen: Arrástranos tras de ti; correremos tras el olor de tus vestidos, atraídas por el olor de tu resurrección?

Esfuérzate en penetrar el significado de este rito, porque el sabio tiene sus ojos en la frente. Este ungüento va bajando por la barba, esto es, por tu juventud renovada, y por la barba de Aarón, porque te convierte en linaje escogido, sacerdotal, precioso. Todos, en efecto, somos ungidos por la gracia del Espíritu para ser miembros del reino de Dios y formar parte de su sacerdocio.

Después de esto, recibiste la vestidura blanca como señal de que te habías despojado de la envoltura del pecado y te habías vestido con la casta ropa de la inocencia, de conformidad con lo que dice el salmista: Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve. En efecto, tanto la ley antigua como el Evangelio aluden a la limpieza espiritual del que ha sido bautizado: la ley antigua, porque Moisés roció con la sangre del cordero sirviéndose de un ramo de hisopo; el Evangelio, porque las vestiduras de Cristo eran blancas como la nieve, cuando mostró la gloria de su resurrección. Aquel a quien se le perdonan los pecados queda más blanco que la nieve. Por esto dice el Señor por boca de Isaías: Aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la nieve.

La Iglesia, engalanada con estas vestiduras gracias al baño de regeneración, dice con palabras del Cantar de los cantares: Soy negra pero hermosa, hijas de Jerusalén. Negra por la fragilidad de su condición humana, hermosa por la gracia; negra porque consta de hombres pecadores, hermosa por el sacramento de la fe. Las hijas de Jerusalén, estupefactas al ver estas vestiduras, dicen: “¿Quién es ésta que sube resplandeciente de blancura? Antes era negra ¿de dónde esta repentina blancura?”

Y Cristo, al contemplar a su Iglesia con blancas vestiduras -él, que por su amor tomó unas sórdidas vestiduras, como, dice el libro del profeta Zacarías-, al contemplar al alma limpia y lavada por el baño de regeneración, dice: ¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres! Tus ojos son como palomas, bajo cuya apariencia bajó del cielo el Espíritu Santo.

Recuerda, pues, que has recibido el sello del Espíritu, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de piedad, espíritu del santo temor,  y conserva lo que has recibido. Dios Padre te ha sellado, Cristo el Señor te ha confirmado y ha puesto en tu corazóncomo prenda suyael

Espíritu, como te enseña el Apóstol.

Padre nuestro

Oración

Dirige, Señor, la marcha>del mundo, según tu voluntad, por los caminos de la paz, y que tu Iglesia se regocije con la alegría de tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


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