Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Comentario - Eucaristía del
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¿Quiénes pueden hacer el bien?

¿Es posible que uno que no pertenece a nuestro grupo haga el bien? Es la pregunta de fondo del Evangelio de hoy. La respuesta nos parece obvia: sí. Pero tendemos a pensar que nosotros, los de nuestro grupo, los que piensan como nosotros, tenemos el monopolio de lo que está bien, de la verdad. Tendemos a encasillar a las personas, a establecer los límites de lo que pueden hacer, pensar y decir. Y a partir de eso vamos estableciendo quiénes son los buenos y quiénes lo malos. Es el miedo que nos lleva a sospechar de los otros, a sentirnos amenazados por los que piensan de otra forma. En definitiva, es un orgullo de pertenecer a un grupo que nos termina convirtiendo en fanáticos.

Muchas veces pensamos que somos los únicos que seguimos de verdad a Cristo. Nos sentimos poseedores de la verdad y del bien. Pero el Señor nos invita a descubrir que “quien no está contra nosotros, está a favor nuestro”. Cualquiera que haga el bien está del mismo bando nuestro. Cualquiera que se deje mover por el Espíritu divino y hace el bien está con nosotros.

A veces queremos establecer los límites de la Iglesia, de los que pertenecen a Cristo. Pero la verdad es que esa pertenencia se da de diversas formas, muchas de ellas misteriosas para nosotros. Lo afirma con claridad el Concilio Vaticano II: “fuera de la Iglesia no hay salvación”, pues fuera de Cristo esta salvación no es posible. Pero ese concepto de Iglesia es mucho más amplio que el institucional. Es la presencia de Cristo que como semillas del Verbo está esparcida en todos los lugares, en todas las religiones, en todos los hombres de buena voluntad. Así podemos afirmar que la Iglesia católica no es el único lugar donde se refleja y se vive la Verdad y la experiencia de Dios.


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