Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Lectio Divina - Preparando la Eucaristía Dominical
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I. PREPARÉMONOS PARA EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR: 

Oración Inicial:

Iniciamos el encuentro con el Señor, orando con el Salmo 103

Antífona

R/. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre.

Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto.

Extiendes los cielos como una tienda, construyes tu morada sobre las aguas; las nubes te sirven de carroza, avanzas en las olas del viento; los vientos te sirven de mensajeros; el fuego llameante, de ministro.

Asentaste la tierra sobre sus cimientos, y no vacilará jamás; la cubriste con el manto del océano, y las aguas se posaron sobre las montañas;

pero a tu bramido huyeron, al fragor de tu trueno se precipitaron, mientras subían los montes y bajaban los valles: cada cual al puesto asignado. Trazaste una frontera que no traspasarán, y no volverán a cubrir la tierra.

De los manantiales sacas los ríos, para que fluyan entre los montes; en ellos beben las fieras de los campos, el asno salvaje apaga su sed; junto a ellos habitan las aves del cielo, y entre las frondas se oye su canto.

Invocación al Espíritu Santo

Rey celestial, Consolador,

Espíritu de la verdad, 

que estás presente en todas partes 

y lo llenas todo,

Tesoro de todo bien y Fuente de vida, 

ven y haz de nosotros tu morada, 

purifícanos de toda mancha 

y salva nuestras almas,

Tú que eres bueno.

Amen.

II. OREMOS CON LA PALABRA DE DIOS:

LECTURA (Lectio): ¿Qué dice la Palabra? Jesús celebra la Pascua con los suyos e instituye la Eucaristía. Jesús entrega la vida por los suyos y por toda la humanidad.

Texto bíblico: Lc 22, 7. 14---23, 56

MEDITACIÓN (Meditatio): ¿Qué me dice la Palabra? ¿Cómo vamos a vivir esta Semana Santa? ¿Nos consideramos capaces de ser fieles al Señor incluso en las adversidades? ¿Nos abandonamos a la voluntad de Dios, o pedimos que Él haga lo que deseamos? ¿Puede la misericordia superar las injusticias?  

ORACIÓN (Oratio): ¿Qué le digo a Dios con esta Palabra? Expresémosle al Señor nuestra confianza en Él, pidiéndole que nos ayude a nosotros y a todos los cristianos a dar testimonio de Su amor al mundo. 

CONTEMPLACIÓN (Contemplatio): Gusta a Dios internamente en tu corazón.

Recordemos la entrada de Jesús a Jerusalén, su celebración de la Pascua, la aceptación de la voluntad del Padre y el perdón que entrega a sus verdugos.

III. PROFUNDICEMOS CON LOS PADRES DE LA IGLESIA

De los Sermones de san Andrés de Creta, obispo

BENDITO EL QUE VIENE, COMO REY, EN NOMBRE DEL SEÑOR

Venid, subamos juntos al monte de los Olivos y salgamos al encuentro de Cristo, que vuelve hoy desde Betania, y que se encamina por su propia voluntad hacia aquella venerable y bienaventurada pasión, para llevar a término el misterio de nuestra salvación.

Viene, en efecto, voluntariamente hacia Jerusalén, el mismo que, por amor a nosotros, bajó del cielo para exaltarnos con él, como dice la Escritura, por encima de todo principado, potestad, virtud y dominación, y de todo ser que exista, a nosotros que yacíamos postrados.

Él viene, pero no como quien toma posesión de su gloria, con fasto y ostentación. No gritará- dice la Escritura-, no clamará, no voceará por las calles, sino que será manso y humilde, con apariencia insignificante, aunque le ha sido preparada una entrada suntuosa.

Corramos, pues, con el que se dirige con presteza a la pasión, e imitemos a los que salían a su encuentro. No para alfombrarle el camino con ramos de olivo, tapices, mantos y ramas de palmera, sino para poner bajo sus pies nuestras propias personas, con un espíritu humillado al máximo, con una mente y un propósito sinceros, para que podamos así recibir a la Palabra que viene a nosotros y dar cabida a Dios, a quien nadie puede contener.

Alegrémonos, por tanto, de que se nos haya mostrado con tanta mansedumbre aquel que es manso y que sube sobre el ocaso de nuestra pequeñez, a tal extremo, que vino y convivió con nosotros, para elevarnos hasta sí mismo, haciéndose de nuestra familia.

Dice el salmo: Subió a lo más alto de los cielos, hacia oriente (hacia su propia gloria y divinidad, interpreto yo), con las primicias de nuestra naturaleza, hasta la cual se había abajado impregnándose de ella; sin embargo, no por ello abandona su inclinación hacia el género humano, sino que seguirá cuidando de él para irlo elevando de gloria en gloria, desde lo ínfimo de la tierra, hasta hacerlo partícipe de su propia sublimidad.

Así, pues, en vez de unas túnicas o unos ramos inanimados, en vez de unas ramas de arbustos, que pronto pierden su verdor y que por poco tiempo recrean la mirada, pongámonos nosotros mismos bajo los pies de Cristo, revestidos de su gracia, mejor aún, de toda su persona, porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo; extendámonos tendidos a sus pies, a manera de túnicas.

Nosotros, que antes éramos como escarlata por la inmundicia de nuestros pecados, pero que después nos hemos vuelto blancos como la nieve con el baño saludable del bautismo, ofrezcamos al vencedor de la muerte no ya ramas de palmera, sino el botín de su victoria, que somos nosotros mismos.

Aclamémoslo también nosotros, como hacían los niños, agitando los ramos espirituales del alma y diciéndole un día y otro: Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel.

Padre nuestro

Oración

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


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