Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Eucaristía del Lunes 11 de Marzo de 2024
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Lunes de la cuarta semana de Cuaresma
Feria
Color: morado

Antífona de entrada             Cf. Sal 30, 7-8 

Yo confío en el Señor. Tu amor será mi gozo y mi alegría porque tú miraste mi aflicción. 

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios nuestro, que renuevas al mundo por medio de tus sacramentos, concede a tu Iglesia la ayuda de los auxilios de tu gracia y no la prives de lo que necesita cada día. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 


PRIMERA LECTURA

Nunca más se escucharán ni llantos ni alaridos.

Lectura del libro de Isaías    65, 17-21

Así habla el Señor:

Yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva.

No quedará el recuerdo del pasado ni se lo traerá a la memoria, sino que se regocijarán y se alegrarán para siempre por lo que Yo voy a crear: porque voy a crear a Jerusalén para la alegría y a su pueblo para el gozo.

Jerusalén será mi alegría, Yo estaré gozoso a causa de mi pueblo, y nunca más se escucharán en ella ni llantos ni alaridos. Ya no habrá allí niños que vivan pocos días ni ancianos que no completen sus años, porque el más joven morirá a los cien años y al que no llegue a esa edad se lo tendrá por maldito.  Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos.

SALMO RESPONSORIAL   29, 2. 4-6. 11-12a. 13b

R/. ¡Te glorifico, Señor, porque me libraste!

Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí. Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir, cuando estaba entre los que bajan al sepulcro. 

Canten al Señor, sus fieles; den gracias a su santo Nombre, porque su enojo dura un instante, y su bondad, toda la vida: si por la noche se derraman lágrimas, por la mañana renace la alegría. 

Escucha, Señor, ten piedad de mí; ven a ayudarme, Señor. Tú convertiste mi lamento en júbilo, ¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente! 

VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO   Cf.  Am 5, 14

Busquen el bien y no el mal, para que tengan vida, y así el Señor estará con ustedes.

EVANGELIO

Vuélvete, tu hijo vive.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan    4, 43-54

Jesús partió hacia Galilea. El mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta.

Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaúm. Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a sanar a su hijo moribundo.

Jesús le dijo: “Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen”.

El funcionario le respondió: “Señor, baja antes que mi hijo se muera”.

“Vuelve a tu casa, tu hijo vive”, le dijo Jesús.

El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora se había sentido mejor. “Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre”, le respondieron.

El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: “Tu hijo vive”.  Y entonces creyó él y toda su familia.

Éste fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS 

Señor, concédenos obtener el fruto de las ofrendas que te presentamos, para que muera en nosotros el antiguo poder del pecado, y nos renovemos con tu vida divina. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

Antífona de comunión         Cf. Ez 36, 27 

Dice el Señor: infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN 

Padre, te pedimos que tus santos misterios, al alimentarnos, renueven nuestra vida cristiana, y al santificarnos, nos conduzcan a la eternidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. 


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