Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Eucaristía del Miércoles 22 de Febrero de 2023
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Miércoles de Ceniza

Color: morado

Antífona de entrada Cf. Sab 11, 23. 24. 26 

Señor, tú eres misericordioso con todos y no aborreces nada de lo que has hecho, cierras los ojos a los pecados de los hombres para que se arrepientan y los perdonas, porque tú eres el Señor, nuestro Dios. 

ORACIÓN COLECTA

Señor nuestro, concédenos iniciar con el santo ayuno cuaresmal un camino de verdadera conversión y de afrontar con la penitencia la lucha contra el espíritu del mal. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 


PRIMERA LECTURA

Desgarren su corazón y no sus vestiduras.

Lectura de la profecía de Joel  2, 12-18

Ahora dice el Señor:

Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos.

Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan  al Señor, su Dios, porque Él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en amor, y se arrepiente de sus amenazas.

¡Quién sabe si Él no se volverá atrás y se arrepentirá, y dejará detrás de sí una bendición: la ofrenda y la libación para el Señor, su Dios!

¡Toquen la trompeta en Sión, prescriban un ayuno, convoquen a una reunión solemne, reúnan al pueblo, convoquen a la asamblea, congreguen a los ancianos, reúnan a los pequeños y a los niños de pecho!

¡Que el recién casado salga de su alcoba y la recién casada de su lecho nupcial!

Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, los ministros del Señor, y digan: “¡Perdona, Señor, a tu pueblo; no entregues tu herencia al oprobio, y que las naciones no se burlen de ella! 

¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?” 

El Señor se llenó de celos por su tierra y se compadeció de su pueblo.

SALMO RESPONSORIAL   50, 3-6a. 12-14. 17

R/¡Ten piedad, Señor, porque hemos pecado!

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado!

Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí. Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos. 

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,  que tu espíritu generoso me sostenga. Abre mis labios, Señor, y mi boca proclamará tu alabanza.

SEGUNDA LECTURA

Déjense reconciliar con Dios. Éste es el tiempo favorable.

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto   5, 20—6, 2

Hermanos:

Nosotros somos embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso les suplicamos en nombre de Cristo: déjense reconciliar con Dios. A Aquél que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por Él.

Y porque somos sus colaboradores, los exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios. Porque Él nos dice en la Escritura: “En el momento favorable te escuché, y en el día de la salvación te socorrí.”

Éste es el tiempo favorable, éste es el día de la salvación.

VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO Sal. 94, 8a. 7d

No endurezcan su corazón, sino escuchen la voz del Señor.

EVANGELIO

Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo  6, 1-6. 16-18

Jesús dijo a sus discípulos:

Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre de ustedes que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. 

Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres noten que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

BENDICIÓN E IMPOSICIÓN DE LA CENIZA

Queridos hermanos: oremos a Dios, nuestro Padre, para que se digne bendecir con su gracia estas cenizas que vamos a imponer sobre nuestras cabezas en señal de penitencia.

Dios nuestro, que te conmueves ante quienes se humillan y hacen penitencia, escucha con bondad nuestra súplica y derrama la gracia de tu bendición sobre estos hijos tuyos que van a recibir las cenizas, para que sean fieles a las prácticas cuaresmales y así lleguen a celebrar, con un corazón puro, el misterio pascual de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás   Cf. Gn 3, 19


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS 

Al ofrecerte el sacrificio con el que iniciamos solemnemente la Cuaresma, te pedimos, Señor, que por las obras de penitencia y caridad, dominemos nuestras pasiones y, limpios de pecado, podamos celebrar con fervor la Pasión de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. 

Antífona de comunión         Cf. Sal 1, 2-3

El que medita la ley del Señor de día y de noche, da fruto a su debido tiempo. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN 

Fortalécenos, Señor Dios, con los sacramentos recibidos para que nuestro ayuno sea agradable a tus ojos y cure todos nuestros males. Por Jesucristo, nuestro Señor. 


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