“Señor, ¿a quién iremos?”

Hemos venido escuchando durante varios domingos seguidos el discurso del “Pan de Vida”. Ya tenemos claro que el seguimiento de Cristo no es para que él haga el milagro sobre el mundo, para obtener sus favores y obtener alguna ventaja pasajera. Participamos de la eucaristía no porque esperamos de Cristo librarnos de las desgracias o enfermedades. Por supuesto que le presentamos a él todas nuestras cosas, pero lo que verdaderamente buscamos es tener la vida verdadera que brota de él. Muchas veces venimos a misa buscando recibir algo, pero la propuesta de Cristo es donar la vida por amor.  La eucaristía es el sello de la propuesta de vida de Jesús para nosotros y de nuestra adhesión a ella.

Pedro, tal vez sin comprender totalmente lo que Jesús dice, intuye que la propuesta de Jesús es la que lo hace vivir realmente. Hoy nosotros, frente a las dificultades que vivimos al interior de nuestra Iglesia, queremos adherirnos a Cristo, pues queremos vivir verdaderamente, y repetimos con Pedro: “Señor ¿a quién iremos?, solo tú tienes palabras de vida eterna”. 

El Señor ya nos ha hecho la propuesta y llega el momento de tomar la decisión.