Miércoles de la trigésimo tercera semana del tiempo ordinario
De la Misericordia de Dios
Propuesta celebrativa
Color: verde
Antífona de entrada Cf. Jer 31, 3; 1Jn 2,2
Con amor eterno nos amó Dios: envió a su Hijo único como víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, tu misericordia no tiene límites y tu bondad es un tesoro inagotable; acrecienta la fe del pueblo consagrado a ti, para que pueda comprender la inestimable grandeza del amor que nos creó, de la sangre que nos redimió y del Espíritu que nos regeneró. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, el que es y el que viene.
Lectura del libro del Apocalipsis 4, 1-11
Yo, Juan, tuve la siguiente visión: Había una puerta abierta en el cielo, y la voz que había escuchado antes, hablándome como una trompeta, me dijo: “Sube aquí, y te mostraré las cosas que deben suceder enseguida”.
En ese mismo momento, fui arrebatado por el Espíritu y vi en el cielo un trono, en el cual alguien estaba sentado. El que estaba sentado tenía el aspecto de una piedra de jaspe y de ágata.
Rodeando el trono, vi un arco iris que tenía el aspecto de la esmeralda. Y alrededor de él, había otros veinticuatro tronos, donde estaban sentados veinticuatro Ancianos, con túnicas blancas y coronas de oro en la cabeza. Del trono salían relámpagos, voces y truenos, y delante de él ardían siete lámparas de fuego, que son los siete Espíritus de Dios.
Frente al trono, se extendía como un mar transparente semejante al cristal. En medio del trono y alrededor de él, había cuatro Seres Vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás. El primer Ser Viviente era semejante a un león; el segundo, a un toro; el tercero tenía rostro humano; y el cuarto era semejante a un águila en pleno vuelo. Cada uno de los cuatro Seres Vivientes tenía seis alas y estaba lleno de ojos por dentro y por fuera. Y repetían sin cesar, día y noche: “Santo, santo, santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, el que es y el que viene”.
Y cada vez que los Seres Vivientes daban gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro Ancianos se postraban ante Él para adorarlo, y ponían sus coronas delante del trono, diciendo: “Tú eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder. Porque has creado todas las cosas: ellas existen y fueron creadas por tu voluntad”.
SALMO RESPONSORIAL 150, 1-6
R/. ¡Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso!
Alaben a Dios en su Santuario, alábenlo en su poderoso firmamento; alábenlo por sus grandes proezas, alábenlo por su inmensa grandeza.
Alábenlo con toques de trompeta, alábenlo con el arpa y la cítara; alábenlo con tambores y danzas, alábenlo con laúdes y flautas.
Alábenlo con platillos sonoros, alábenlo con platillos vibrantes. ¡Que todos los seres vivientes alaben al Señor!
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Cf. Jn 15, 16
Aleluya.
“Yo los, elegí del mundo, para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
¿Por qué no entregaste mi dinero en préstamo?
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 19, 11-28
Jesús dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro.
Les dijo: “Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar enseguida. Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: "Háganlas producir hasta que yo vuelva". Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: "No queremos que éste sea nuestro rey".
Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y le dijo: "Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más". "Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades".
Llegó el segundo y le dijo: "Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más". A él también le dijo: "Tú estarás al frente de cinco ciudades".
Llegó el otro y le dijo: "Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo. Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado". Él le respondió: "Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que soy un hombre exigente, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré, ¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses".
Y dijo a los que estaban allí: "Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más".
“¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!”
Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene. En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia”.
Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta compasivo nuestras ofrendas, Señor, y conviértelas en sacramento de redención, memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo; para que, por la eficacia de este sacrificio, con la confianza puesta en Cristo, alcancemos la vida eterna. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Antífona de comunión Cf. Sal 102, 17
El amor del Señor permanece para siempre y su justicia llega a los que le temen.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios misericordioso, alimentados con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos beber confiados en la fuente de la misericordia y ser cada día más misericordiosos con nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.