Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago
 
 
 
Eucaristía del Martes 07 de Agosto de 2018
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Martes de la decimoctava semana del tiempo ordinario
San Cayetano, presbítero
Memoria libre
Color: blanco

Nació en Vicenta el año 1480. Estudió derecho en Padua. Ordenado de sacerdote, fundó en Roma una Congregación de Clérigos Regulares, llamada después “de los Teatinos”, a fin de fomentar el apostolado y la renovación espiritual del clero. Se distinguió por su vida de oración y por la práctica de la caridad. Murió en Nápoles en 1547.

Antífona de entrada Cf. Sal 131, 9

Tus sacerdotes, Señor, se revistan de justicia y tus fieles exulten de alegría.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que concediste a san Cayetano, presbítero, la gracia de imitar la forma de vida de los apóstoles, concédenos, por su ejemplo e intercesión, confiar siempre en ti y buscar incesantemente tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.


PRIMERA LECTURA

Porque tus pecados eran graves, Yo te hice todo esto. Yo cambiaré la suerte de las carpas de Jacob.

Lectura del libro de Jeremías   30, 1-2. 4. 12-15. 18-22

Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, en estos términos: Así habla el Señor, el Dios de Israel: Escribe en un libro todas las palabras que Yo te he dirigido.

Estas son las palabras que el Señor dirigió a Israel y a Judá:

¡Tu herida es incurable, irremediable tu llaga! Nadie defiende tu causa, no hay remedio para tu herida, tú ya no tienes cura.

Todos tus amantes te han olvidado, no se interesan por ti. Porque Yo te he golpeado como golpea un enemigo, con un castigo cruel, a causa de tu gran iniquidad, porque tus pecados eran graves.

¿Por qué gritas a causa de tu herida, de tu dolor incurable?

A causa de tu gran iniquidad, porque tus pecados eran graves, Yo te hice todo esto.

Así habla el Señor:

Sí, Yo cambiaré la suerte de las carpas de Jacob y tendré compasión de sus moradas; la ciudad será reconstruida sobre sus escombros y el palacio se levantará en su debido lugar. De allí saldrán cantos de alabanza y risas estridentes.

Los multiplicaré y no disminuirán, los glorificaré y no serán menoscabados. Sus hijos serán como en los tiempos antiguos, su comunidad será estable ante mí y Yo castigaré a todos sus opresores. Su jefe será uno de ellos y de en medio de ellos saldrá su soberano. Yo lo haré acercarse, y él avanzará hacia mí, porque si no, ¿quién se atrevería a avanzar hacia mí? -oráculo del Señor-.

Ustedes serán mi Pueblo y Yo seré su Dios.

SALMO RESPONSORIAL    101, 16-21. 29. 22-23

R/. ¡El Señor aparecerá glorioso en Sión!

Las naciones temerán tu Nombre, Señor, y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria: cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso en medio de ella; cuando acepte la oración del desvalido y no desprecie su plegaria.

Quede esto escrito para el tiempo futuro y un pueblo renovado alabe al Señor: porque Él se inclinó desde su alto Santuario y miró a la tierra desde el cielo, para escuchar el lamento de los cautivos y librar a los condenados a muerte.

Los hijos de tus servidores tendrán una morada y su descendencia estará segura ante ti, para proclamar en Sión el Nombre del Señor y su alabanza en Jerusalén, cuando se reúnan los pueblos y los reinos, y sirvan todos juntos al Señor.

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO     Jn 1, 49b

Aleluya.

Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel. Aleluya.

EVANGELIO

Mándame ir a tu encuentro sobre el agua.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo   14, 22-36

Después de la multiplicación de los panes, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.

La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. “Es un fantasma”, dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.

Pero Jesús les dijo: “Tranquilícense, soy Yo; no teman”.

Entonces Pedro le respondió: “Señor, si eres Tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua”.

“Ven”, le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: “Señor, sálvame”. Enseguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se postraron ante Él, diciendo: “Verdaderamente, Tú eres el Hijo de Dios”.

Al llegar a la otra orilla, fueron a Genesaret. Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos, rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron sanados.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, la ofrenda que presentamos en tu altar en la conmemoración de san N., y así como a él lo glorificaste por estos misterios, concédenos a nosotros tu bondadoso perdón. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        Cf. Mt 24, 46-47

Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, lo encuentre velando; les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te pedimos, Dios todopoderoso, que la participación en la mesa celestial robustezca y aumente las fuerzas espirituales de quienes celebramos la fiesta de san N.; para que guardemos con integridad el don de la fe y recorramos el camino que él nos señaló. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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